Desde que nos conocimos en nuestro espacio de atención a novios, supimos que esta pareja no solo comunicaba, también haría el trabajo más sencillo y eso fue lo que pasó. Alexandr y Luis se convirtieron en dos seres humanos maravillosos, con un aura y una chispa grandiosa, donde la felicidad irradia en cada momento.

Viajamos hasta el Puerto Malabrigo, Trujillo, Perú. Aquí, en este balneario más conocido como La Punta, pudimos ser testigos de ese amor tan sublime y colorido como el sunset que poco a poco caía. Nos encantó la manera de como dejaron de posar y pasaron a ser ellos, eso ayudó para que nuestra mirada solo acompañe, mire y dispare.

Mientras los drones volaban, la experiencia de correr, mojarse y tocarse era lo más hermoso que envolvía aquella tarde. Durante la boda, llegamos con los ánimos puestos para documentar a Alexandra, quien estuvo acompañado siempre con sus damitas y familiares. Sus padres, tenían los ojos llorosos por mirarla completamente hecha una princesa. Su hermana, ayudó a mediar esas emociones y poder hacerle el registro con sus damitas.

Mientras el novio estaba entreteniedo con su familia, realizamos la sesión en la piscina del Hotel Gran Marquez, y esos escenarios sirvieron de ayuda. En la iglesia fueron actos únicos e irrepetibles y hasta el padre aporto al desenvolvimiento de los novios y en la salida, explotó todo.

La recepción fue mágica, porque ellos a parte de ser especialistas en baile de salsa, supieron llevar todo bajo control, acercándose a sus invitados y compartiendo siempre con ellos. La orquesta Influencias, aportó con las horas locas y todo el desmadre que se arman en las bodas.